viernes, 3 de agosto de 2012

Pain

Sentir tanto, tanto dolor por dentro que las lágrimas se atoren y no puedan salir.
En mi núcleo interno guardo bajo llave pedacitos de dolor. Miles de capas diferentes impiden que salga. Soy un alma atormentada, no descanso.
Se que un día al dormir, todo el dolor escapará y por la mañana todo rastro de color se habrá ido de mi pelo, mostrando al mundo lo que nadie sabe.
Me recluyo, huyo, y encerrada en las profundidades observo el mundo. Mantengo las distancias aunque suficiente me salpica.
Se abren grietas y pedacitos de dolor afloran en la superficie, sin llegar a dar idea de lo que guarda el interior.
La garganta se me cierra cuando intento mirar a las profundidades. Tratando de distanciarme me aferro a otras cosas, pero me resbalo, caigo en un mar de dudas y miedo y la desesperación se apodera de mí.
Algo me rescata, tenue, empieza a liberarme. Pero esta en la distancia y aunque siento su brillo, no logro percibirlo.
Las sombras tratan de apoderarse de mí, huyo hacia el Sol, me quema, la piel arde.
Me quedo retenida en un abismo donde ni sombras ni luz me alcanzan. Floto envuelta en mis temores, aunque serena trato de asumirlos, pues forman parte de mi.
Luz y sombras empiezan a crecer, se acercan, se encuentran y una súbita explosión me devuelve a las profundidades. Todo se vuelve Nada. Solo existe la ausencia.
No queda nada salvo una leve consciencia que comprende la inexistencia. Y resentimiento.
Se apaga.